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Los buenos escritores son aquellos que conservan la eficiencia del lenguaje. Es decir, lo mantienen preciso, lo mantienen claro.
Ezra Pound

Escritos


Entrevista | Hugo Piciana
por Andrea Barone & Javier Martínez

Un gran psicoanalista, preciso, generoso y apasionado, con quien conversamos sobre cuestiones tales como la subversión freudiana y la genialidad lacaniana, la eficacia del psicoanálisis en la cura del padecer, el tríptico amor, goce y deseo y una lectura sobre los cuerpos que no se tocan y otros productos de la época.



María Meleck Vivanco | La imaginación al poder
por Viviana Abnur

Surrealista hasta la médula, apasionada, tenaz, nacida en el Valle de San Javier (Traslasierra, Córdoba), de su obra se ha publicado: Hemisferio de la Rosa (1973), Rostros que nadie toca (1978), Los Infiernos Solares (1988), Balanza de Ceremonias (1992), Canciones para Ruanda (1998) y la merecida Antología poética, que salió bajo el sello del Fondo Nacional de Las Artes, en 2009. Además de haber cosechado varios premios nacionales e internacionales, representó a la poesía argentina en el 3er. Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras en la Universidad de Ottawa (Canadá) y fue invitada al Congreso Internacional del Surrealismo en el 3er Milenio (Roma, Italia, 1999).

María inaugura  una poética absolutamente sensual, desarticula el lenguaje, hace magia con las palabras: membrillares, abalorios, sarapes se disputan una geografía única; magia en el lenguaje, en la delicadeza de cada respiración, como a ella le gusta llamar cada momento de sus poemas. Tapices, arabescos, desbordes: todo cabe en la poesía de Maria Meleck.

Mujer de muchos amigos, quienes hemos tenido la suerte de haber compartido con ella algunos mates en su departamento de Ramos Mejía, sabemos de su generosidad, de su escucha, de su amor por la tertulia y la palabra leída. Se la extraña por estos pagos, ahora que, desde hace unos años, reside en Punta del Este junto a su hija.

Vivi, me decía, en estos días escribí poco, y abría un cajoncito de donde sacaba seis o siete textos maravillosos, que leía con voz suave para asombro de los presentes. Bastoncitos de anís y mate dulce, confesiones  y anécdotas increíbles, aquéllas que compartió en otros tiempos junto a Enrique Molina, Norah Lange o Francisco Madariaga. Para extrañarla un poco menos, vaya entonces, esta breve selección de sus poemas

 

Alma natural

Exhorto a la pasión de las arenas móviles A la resonancia primitiva del circuito de la ternura A colocar las sienes a la altura del corazón Que una indefensa cacatúa sea el homenaje del sueño
La saliva imantada La asimetría de la sombra que crece hasta el exilio El aprendizaje de la simulación La compañía de los insensatos Las marionetas del payaso que entresacan y alternan la demencia La piel cristalizada en lapislázuli para el contacto caníbal del amor Las ciudades australes que exaltan la poesía Cuerpos gloriosos que son el claroscuro del temblor de un palomo El regazo al rojo vivo y la gitanería errante Eligen a sus víctimas

Alma natural Hemos paseado por galerías encaladas acariciando mis retratos Es como si el campanero de la memoria del canto, volviera a equivocarse

 

Hay que tocar cuidado

El pez xifo pasea sus membranas heridas, acariciando piedras livianas de la muerte Antiquísimo pez como un niño dormido Tal la tribulación La levedad del alma
El tórrido contacto voltea mariposas El himen se deshace en espumas He aquí la magnitud del desamparo De espejos que nos muestran su alumbramiento mágico y pesan en el aire hasta asfixiar la rosa El atrás de otro día El mínimo cabello He dejado de amarte Y se abre entre mis manos un ropero vacío Largos trapos de noche visten a la demente Pulseras de oro negro que naufragan tobillos No hay sitio que me plazca desde que no te alumbro Hay que tocar el sueño con ardientes milagros Hay que tocar la llama secretamente de antes
Hay que tocar cuidado esas violetas pútridas Hay que tocar un límite plenamente loado

Reptar el infortunio de loza con hormigas La rabia de mi cuerpo bajo tu sexo en rabia
Mi pupila de noche donde navega el día

Poemas de Balanza de ceremonias, Ediciones Último Reino, 1992
El libro de la almohada
por Lionel Klimkiewicz

El Libro de la Almohada es un clásico de la literatura japonesa. Fue escrito en el año 994, según se cree, por Sei Shonagon, dama de la corte de la emperatriz Sadako. Pertenece al llamado período Heian, de gran esplendor literario. Los diarios, las memorias, los poemas y acertijos, además de una delicada caligrafía, caracterizaban la época y  eran en ese entonces producto de los ámbitos femeninos. De hecho, con leer solo unas pocas páginas del Makura no Soshi (título original del libro de la almohada) se puede apreciar el estilo simple, sensible, delicado, agudo de la autora. En algunos de sus pasajes incluso, podemos descubrir frases de una belleza propia de un haiku.

Leer este libro es atravesar fragmentos literarios de una delicadeza conmovedora. Por supuesto que siempre se podrá objetar que siendo idiomas tan diferentes, la traducción de un texto japonés al castellano hará imposible apreciar su riqueza literaria original; pero por suerte, en nuestro idioma existen dos excelentes versiones que nos permiten acercarnos del mejor modo posible a este clásico de la literatura japonesa. Una de ellas es la de Amalia Sato, y la otra de Jorge Luís Borges y María Kodama. Transcribiré a continuación el fragmento n°1 de cada edición para que el lector pueda comparar y disfrutar la belleza de ambos:

En primavera, el amanecer. Cuando al insinuarse la luz sobre las colinas, los contornos se tiñen de un pálido rojo y purpúreos jirones de nubes flotan sobre las cimas.

En verano, las noches. No sólo las de la luna brillante sino también las oscuras, cuando las luciérnagas revolotean, y aún las de lluvia, tan bellas.

En otoño, el atardecer. Cuando el sol resplandeciente se hunde cerca de la ladera de la colina y los cuervos cruzan el cielo en grupos de tres o cuatro o de a dos, de vuelta a sus nidos; o las garzas en bandada se dispersan en el cielo distante. Cuando se oculta el sol, el corazón se conmueve con el sonido del viento y el zumbido de los insectos.

En invierno las mañanas. Por cierto bellas cuando ha caído nieve durante la noche, pero espléndidas también cuando el suelo está blanco por la escarcha: y cuando no hay nieve ni escarcha y sólo hace mucho frío y las criadas corren de una habitación a otra atizando el fuego y cargando carbón ¡qué bien se corresponde la escena con la índole de la estación! Pero al mediodía nadie se molesta por mantener los braseros encendidos y pronto sólo hay pilas de ceniza blanca.

Adriana Sato | Adriana Hidalgo Editora

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En la primavera es el alba. Cuando la luz se desliza sobre las cumbres, sus perfiles se tiñen de rosado y hebras de neblina de púrpura se extienden sobre ellos.
En el estío, lo más bello son las noches, no sólo cuando hay luna, sino también en la oscuridad, cuando las luciérnagas vuelan de un lado al otro y hasta cuando llueve, ¡qué hermoso es todo!
En el otoño, lo más bello son las tardes, cuando el sol resplandeciente se hunde cerca del filo de las cumbres y los grajos vuelven volando a sus nidos en bandadas de tres, de cuatro y de dos. Aún más encantadora es una línea de gansos salvajes como manchas en el cielo lejano. Cuando el sol se ha puesto, el corazón se conmueve con el rumor del viento y con el zumbido de los insectos.
En el invierno, los más bello es la alborada. Es muy bello, por cierto, cuando durante la noche ha nevado; pero es espléndido también cuando la tierra está blanca de escarcha. También es bello cuando no hay nieve o escarcha pero sólo hace mucho frío y los servidores se apresuran de habitación en habitación, atizando el fuego y trayendo el carbón ¡cómo armoniza esto con la estación del año! Cuando se acerca el mediodía y el frío se ha cansado, nadie se toma el trabajo de mantener encendidos los braseros, y sólo quedan unos montones de ceniza blanca.

Borges y Kodama | Alianza Editorial

Un último comentario se hace necesario, ya que “las pérdidas” no se producen solo en las traducciones. Digo esto porque es sabido que en los tiempos del período Heian, no sólo eran apreciados la retórica y el estilo, sino también la caligrafía, el papel y hasta la gradación de la tinta que se utilizaba. Quien ahora tenga la oportunidad de tener en las manos estas dos ediciones castellanas a las que hago referencia, podrá apreciar, en nuestro siglo XXI, y en occidente, la importancia y las diferencias del formato de presentación del libro y podrá también pensar cuanto interfieren estos detalles en su lectura -en estos fragmentos aquí transcriptos, por ejemplo, se respetaron las diferencias de la existencia y la inexistencia de espacios entre párrafos según cada edición. Pero como lo bello a veces traspasa límites insospechados, quién se introduzca en las frases de Sei Shonagon podrá percibir que lo simple puede ser también un modo del arte.

Puentes | Poemas de Carlos Sáez y fotos de Uri Gordon
por Claudia Hartfield

Las imágenes no ilustran ni acompañan: añaden senderos a las palabras.
Los poemas no explican ni sugieren: agregan sombras a las marcas de la luz.
Carlos Sáez y Uri Gordon no se conocen. Ahora, unidos por un capricho, dicen y muestran juntos lo que cada lector querrá que digan.
La unión, una vez más, hace la fuerza.

 

7
Una niebla impideluz en el océano inutiliza tanta pupila. Las lunas se empeñan en delinear los ojos falsos de las teorías.
Hay carajos contra las ventanas pero nadie los ve. Solo creen en ellos los feligreses del no y dirigen sus barcos hacia el mar de los niños muertos.
Las brújulas de siempre nos condenan a un sur aparente. Hemos seguido el pájaro equivocado. 
Parece encantador navegar con derroteros teatrales sobre aguas de utilería. Pero andar sin puertos nos mata.

 

13
Qué ofrecerle a esta mujer eternamente asombrada para desactivar su permanente ¡oh! Cómo emboscar su corazón empalagoso y estafar sin culpa sus labios cándidos.
Quiero deprimir su fisura siempre feliz de una vez por todas. Desarmar su oficio inaguantable de decir ¡te quiero! y callar su posibilidad de llanto tierno.
La mataré pretérita, vestida de novia vieja, para abandonarla en el falso altar de las putas falsas. Y cuando no la tenga más, me mataré inminente, vestido de novio inédito.
Porque no soportaré el mundo sin su permanente ¡oh!, sin su corazón empalagoso ni su oficio inaguantable de decir ¡te quiero!

 

14
El frío inesperado de la primavera me obliga a encender el hogar. Inicio el fuego con cuatro tablas de un cajón de manzanas, un títere de mimbre sin brazos y el diario de hoy.
Unos cuantos troncos secos del ceibo talado frente a la puerta de mi casa, dos sillas rotas y los largueros de la mesa de trabajo de mi padre, serán suficientes para avivar la falla.
Llamas altas de historia corta exigen vida para calentar la casa. Ofrezco libros y pedazos de juguetes, pero todo parece escaso para calmar la voracidad del ardor.
Encandilado contra el resplandor insaciable de la hoguera, me achicharro en el calor fiero del crematorio. En unas horas las biografías serán cenizas.

 

16
El insomnio adoctrina para no dormir pero no educa para no soñar.

La orfandad enseña a no decir pero no adiestra al silencio.

Los insomnes no saben despertar.

Los mudos no saben callar.

 

31
Como bitácora, como rosa de los vientos, como ciencia, como camino, su cuerpo erudito dirige mi cuerpo.
Como propuesta, como declaración de principios, como ventura, como azar, su boca evidente decide mi boca.
Como propósito, como asignatura pendiente, como providencia, como suerte echada, su vida vigorosa restaura mi vida.
Como perspectiva, como admonición, como juramento vulnerado, como ficción, su amor de verdad desbarata mi comedia.

Poemas de Carlos Sáez | Plagios del que llega tarde (inédito) + Fotos de Uri Gordon | http://www.flickr.com/photos/urigordon/
Yourcenar + Bellatín = Mishima
por Javier Martínez

En el año 1970, Yukio Mishima realizaba, con su muerte ritual, uno de los actos que más repercusión tendría en relación a su figura pública. El seppuku, que lo inscribió en un lugar en el que la fascinación, la curiosidad, el morbo –entre otras «cualidades occidentales» que le quepan al rito del suicidio por evisceración por mano propia– , ha echado luces y sombras sobre sus producciones, fueran novelas, obras de teatro, un guión para una película o la formación de una milicia privada. Ese ejército que, desencantado de la posición política y moral del Japón que le tocó en suerte vivir, formó para tomar el poder y reinstalar el modus vivendi tradicional japonés: el imperial. Darle de nuevo su lugar al Emperador de las tierras del sol naciente, no era en Mishima una puesta en escena, una mera nostalgia por buenos tiempos pasados de férrea moral; sino una posición activa, la búsqueda de restituir un lugar de poder y un modo de ejercerlo; un cómo estructurar la sociedad y ubicar a los sujetos que la componen. Y lo llevó hasta las últimas consecuencias, al suicidio ritual que terminaba con un fiel amigo o ladero decapitando al penitente; una forma de suicidio en mano diferida, en definitiva, un corte de gracia para no extender el sufrimiento más allá del salto al vacío de las tripas, ya que todo seppuku bien realizado no conlleva la muerte en forma inmediata.

Diez años después de esa muerte ritual, luego de haber tomado con su milicia el cuartel general del ejército japonés en Tokio y fracasar en su arenga a las tropas oficiales para dar un golpe de estado, la escritora francesa Marguerite Yourcenar escribió un ensayo biográfico, en el que tomó como ejes dos de los libros fundamentales de la producción del japonés, fotos de su vida y el suicidio ritual como una de las formas del vacío al que refiere su título: Mishima o la visión del vacío. A propósito de esta obra, el profesor Óscar Galindo hace una observación muy acertada en su artículo Los pactos biográficos: Mishima o la visión del vacío de M. Yourcenar: “Seguramente, toda biografía de un escritor escrita por otro escritor implica un doble movimiento. Por una parte, es una mirada sobre el escritor y su obra que sirve de objeto de estudio. Por otra parte, una mirada sobre sí mismo, sobre el propio biógrafo. En tanto mirada sobre el oficio de escribir, la biografía se convierte en autobiografía” (1). El acierto está en que la visión del vacío que propone Yourcenar se trata, precisamente, de una mirada; de una implicación del sujeto en aquello que es objeto de su interés. Yourcenar nos regala una maravillosa obra de escasas páginas, en las que sus preguntas se entraman con las de Mishima; en la que bucea en los símbolos no para darles sentido sino para crearlo a partir de su mirar, de su leer, de su tamiz personal sobre la palabra ajena. Una biografía hecha de retazos que habla del vacío, que no es sino abstracción de la vida y de la muerte, de la tensión atávica de nuestro tránsito en la vida. En ese punto, el devenir de Mishima sujeto le sirve a Yourcenar para reubicar su obra (donde el su tiene ya otro sentido acerca de la obra: de la propia y la del japonés); para proponernos una mirada sobre la invención, la reinvención y la muerte del escritor; producto de la palabra, efecto del lenguaje.

Estas reflexiones sobre la biografía de Mishima, volvieron a actualizarse, para quien esto escribe, a partir de la lectura de otra mirada sobre vida y obra el escritor japonés: Biografía ilustrada de Mishima, novela breve de Mario Bellatin. La potente escritura del mexicano propone (quizás más allá del propósito de su autor) una lectura complementaria, imperfecta como toda complementariedad, con el ensayo de Yourcenar. El eje de la narración es una conferencia que da un profesor sobre Mishima y la que el espectro decapitado del escritor presencia. La conferencia, a su vez, se articula en base a una serie de fotos sobre la vida del escritor que el espectro mira con atención y a partir de las cuáles vuelve sobre esos momentos, esos fragmentos caprichosos, para que las preguntas que antaño se hacía se actualicen. En el modo ficcional elegido por Bellatin, el vacío es, también, uno de los puntos en los que se anuda el relato. Y ya no tiene que ver con el suicido ritual sino con su consecuencia: el vacío que la decapitación ha dejado sobre sus hombros, falta que es marca y que el espectro tratará de poblar con sucedáneos de la cabeza perdida; siempre fallados, siempre fallidos. Uno de los momentos ricos de la novela es una evocación que el espectro hace: un vecino de la hermana de la madre de Mishima tiene un automóvil que no quiere vender y que él y su amigo Morita no quieren comprar, sin embargo, la tía intercede y, honor mediante, obliga a ambas partes a cerrar una transacción comercial indeseada. Ese sentido del honor, del compromiso, es el que, en la vida real de Mishima, llevó a Morita a ser el ejecutor de su decapitación, fallando tantas veces que cedió su lugar a otro de los adláteres del escritor devenido general de un ejército paralelo. Parecen ser esas fallas, ese contínuo errar y sus consecuencias lo que construye la pregunta recurrente del espectro: pregunta que insiste en hacerse presente: “¿Qué clase de espanto ha sido capaz de generar una escritura semejante?”. Y si, retomando los conceptos de Óscar Galindo, uno de los movimientos de la biografía de un otro es el rasgo autobiográfico, Bellatin incluye, más allá de las referencias a los talídomes, la serie de fotos que el profesor exhibe en la conferencia. Pero, en este caso, son fotos tan arbitrarias como lo es la escritura: de otros tiempos, de otros cuerpos, de esos otros que podrían ser uno.

Mishima o la visión del vacío | Marguerite Yourcenar | Seix Barral | 1988
Biorgrafía ilustrada de Mishima | Mario Bellatin | Editorial Entropía | 2009

(1) Oscar Galindo. 1998 . «Los pactos biográficos: Mishima o la visión del vacío de M. Yourcenar». Documentos Lingüísticos y Literarios 21: 20-24 http://www.humanidades.uach.cl/documentos_linguisticos/document.php?id=392

Clase Turista | Editorial
por Agustina Szerman Buján

La literatura nos parece un parque de diversiones encantado por el cual generar procesos para contagiar de esa energía a la gente. Esa es una de las cosas que nos conmueve a hacer lo que hacemos”. Compartir el rollo literario fue el disparador de Clase Turista. Lorena Iglesias, Iván Moiseeff y Esteban Castromán, motivados por la amistad y el placer de la lectura llegaron a la creación de esta editorial a finales de 2005.

Los libros... atípicos. Desde lo material y táctil que tiene la literatura se empieza a trabajar su contenido. La ficcionalización de su soporte adhiere a una concepción del libro como un todo, sobrepasando y desbordando su lenguaje verbal / escrito al tiempo en que es su primera aproximación de lectura. El abanico de posibilidades incluye contenidos que van desde la cotidianeidad de la guerra a la cotidianeidad entendida como guerra (Yaaa Aliiiiii -en formatocarta bomba- y Honery housewife kidnapped -revestido en tela de repasador). Cuenta su catálogo con crónicas de los festejos navideños en épocas de saqueo como invasiones estadounidenses en Irak. La cercanía entre periferias es mas fuerte, dice Lorena Iglesias. La supervivencia, crisis y miseria, el exilio logran equipararnos a nivel vivencial y empático.

Clase Turista propone correrse de los estereotipos y apostar a la diversidad. Qué piensan los iraquíes en plena invasión de su tierra natal por la cultura occidental, qué sienten los africanos deportados. Esta respuesta viene moldeada/en formato de poemas narrativo-costumbristas acompañados de un diseño y producción especial. Partiendo del sentido se busca externalizarlo. En cuanto a las traducciones, son los propios autores los que traducen de su lengua materna al inglés o francés y luego se hace una segunda traducción al castellano.

El diseño de las tapas se concibe desde la editorial como un gasto improductivo. Se sabe innecesario revestir al libro de su propio sentido / contenido en la tapa para vender más y mejor. Esta postura ante la concreción del libro permite también disponer la cantidad de ejemplares a imprimir por tirada como el diálogo que busca entablar con el ambiente / librería.

Lo que queremos con el libro es que lo que nos transmite ese tipo después quede en el libro como si te lo hablase a vos. Que el coloquialismo que a nosotros nos pareció la vida de todos ellos uno lo lea y recoja esa impresión casi como si lo hubiera conocido en una fiesta. Ese sería nuestro objetivo”

El proyecto actual de Clase Turista consta de la colección Mental Movies - relatos en formato de poster / 10 000 caracteres. Con el apoyo del Centro Cultural de España en Buenos Aires el proyecto da vueltas alrededor de la pregunta: “¿Qué película filmarías si tuvieras todo el presupuesto de Hollywood?”

En tiempos de digitalización, sin desmerecer internet, Clase Turista exclama la reivindicación del libro en tanto objeto. Lo digital no es la única tendencia en estos tiempos. El libro, en su realización material es un objeto y también un portal. El formato digital que compite con los libros no se considera un desplazamiento de los libros objetos como soporte sino que se concibe a ambos como formas complementarias de lectura.

Dicen que un libro es texto y paratexto. ¿Qué elegís? ¿El saco de oficina, un repasador o un sobre carta? ¿Un paquete envuelto en papel de navidad o un póster?

La leyenda del Santo Bebedor | Joseph Roth

Muchas lecturas producen la curiosidad de querer saber cuánto de lo que se narra le ha acontecido al propio autor. Sobre todo en aquellas novelas que transcurren en algún momento del tiempo dentro de Lo Contemporáneo de quien la escribió. En esta nouvelle de Joseph Roth se juegan esas cosas. Quizás porque la vida del escritor (nacido en el corazón del Imperio Austrohúngaro, es decir, un lugar sin límites precisos) y sus versiones sobre su propia historia han armado, a su alrededor, una mitología fragmentaria: judío converso al catolicismo; arruinado financieramente; perseguido por el nazismo y exiliado en París; bebedor empedernido; muerto en medio de un delirium tremens.

Lo que La leyenda del Santo Bebedor propone (quizás sin proponérselo) es una parábola: a partir de un encuentro -que se supone- casual Andreas Kartak contrae una deuda que debe honrar en una capilla a Santa Teresita de Lisieux y lo que esa promesa de cumplimiento implica para el personaje, las reiteradas faltas, las reiteradas postergaciones. Como es de esperar, Kartak se topa con la suma necesaria para devolver el dinero pero, inevitablemente, sucumbe al imán de los bares y, vez a vez, la promesa se rompe. Y nace otra, un poco más allá en el tiempo, una semana más, sólo eso. Semana que, en ese momento de la vida de Kartak, equivale a un mundo en sí. No hay, en el relato, ni una mirada compasiva ni comprensiva sobre el vicio de la bebida: es lo que es y tiene los efectos que tiene. Kartak no se engaña sino que, postergando y postergándose, confía en la redención, en otro pequeño milagro que también llega; y vuelve a distraerse, a salirse de foco. Kartak no tiene intenciones, sino una profunda convicción. Que de tan profunda es engañosa.

La leyenda del Santo Bebedor carece de moraleja y tiene un final que se acerca, cada vez más, al convencimiento ciego, a la fe religiosa de Kartak y a la forma de su cumplimiento; un final que subraya la esencia del personaje y que, a su vez, habla de su debilidad, de su necesidad imperiosa de que algún otro pueda dar fe de lo que es: un hombre de honor, circunstancialmente harapiento como buen clochard parisino; una figura de la pobreza que hasta puede ser considerada de un extraño concepto poético. En definitiva, Roth habla del Destino y de cómo el personaje sucumbe a lo que no puede torcer, a ese camino que no puede dejar de transitar. Los milagros no hacen sino poner el acento en la distancia entre lo que pudo ser y lo que, simple y llanamente, ha sido de la vida narrada de Andreas Kartak.

Anagrama | Panorama de narrativas | 1981

Breves en papel

Jazz | Marcelo J. Moreno

El libro Jazz se divide en dos partes, dos partituras. Una, la primera y homónima, en la que su autor narra su encuentro con Marvin Durham y Nicole Henry. Encuentro que va de la mano de la afición al jazz del autor y que se yergue de entre esos lugares en los que el jazz se respira y escucha en toda su dimensión. Dejando al descubierto algunos de los hilos con los que se arma la trama de una banda, los vicios, los celos profesionales, los imperativos respetos musicales y algo de una mitología urbana que Moreno (d)escribe con ojos de testigo, de merodeador nocturno. Los cuentos de la segunda parte tienen un registro que los hace reconocibles, que muestra que lo que Moreno puede dar como cuentista no reside en la magia de New Orleans y sus noches de jazz pero que, sin quererlo, la extrañan... Ultimo Reino | 2007

 

Labios espelhos | Marize Castro

La poesía de Marize Castro tiene la testura de la seda. Quizás por eso, el color y la suavidad de la tapa de Labios espelhos acompañan esta voz tan personal como pulida de la poesía de la zona de Natal. La autora no duda en echar mano de la sonoridad del portugués, ni de la construcción de unas imágenes poéticas en las que el poema mismo parece quedarse sin aliento; no de escaparse ni de ahogo, sino de pura sorpresa de sí mismo. El uso de las páginas izquierdas del libro en blanco le dan un lugar a la palabra tan vasto para pensarla que, por momentos, parecen ser diminutas sombras en el amplio desierto de una poesía que es más que oasis, más que mero espejismo de la palabra. Una | 2009