A diferencia de Perramus (de quien soy amo), al que suele vérselo durmiendo desparramado en distintos lugares de la casa, a Nipper (el perro de la RCA Victor) siempre lo vemos sentado delante de la bocina de un gramófono.

Francis Barraud lo convirtió en icono, en 1887, cuando pinto His Master’s Voice, en donde retrataba dos posesiones heredadas de su fallecido hermano Mark: un fonógrafo de la marca Ediphone, que reproducía la voz de su hermano grabada en un cilindro de cera, y su mascota que no hacía oídos sordos al familiar sonido de la voz de su antiguo dueño que emanaba de la bocina.

Barraud, que registró los derechos y no logró venderle la pintura a los fabricantes de fonógrafos de la época, lo conservó en su atelier hasta que se presentó un comprador de la Gramophone Company, que lo adquirió a condición de que el autor lo modificase, pintando una de las máquinas de las que ellos fabricaban encima del fonógrafo originalmente retratado.

Hacia 1902, la Victor Talking Machine Company (que en 1929 pasaría a llamarse RCA Victor) se hace con los derechos de la obra y comienza a usarla en todos sus discos y productos. Desde entonces nos tiene a todos fielmente sentados con el hocico delante del parlante disfrutando, por ejemplo, de uno de los amos del jazz: el pianista, compositor, arreglador y director Duke Ellington.

En 1986 se edita un triple compacto que recoge 66 temas que grabara el Duke y su orquesta para la RCA, entre 1940 y 1942, bajo el titulo: Duke Ellington. The Blanton-Webster Band. Durante ese período, que para los críticos y especialistas de jazz fue su momento mas creativo, la orquesta de Ellington estuvo formada por los siguientes músicos: Rex Stewart (trompeta), Juan Tizol (trombón), Barney Bigard (clarinete), Johnny Hodges (saxo alto), Ben Webster (saxo tenor), Harry Carney (saxo barítono), Jimmy Blanton (contrabajo) y Billy Straynhorn (arreglos).

Los invito a ustedes y sus mascotas a sentarse delante de la pantalla y ver este medley de autentico Estilo Jungle, filmado durante esos años que no dudo que les hará mover la cola de contentos. Buenas noches.

El joven parece tener mil años, y el viejo, desde la tumba, frasea como un gangsta. Christian Scott y Miles Davis se suben juntos al ring y noquean a cuanto ortodoxo traspase la frontera.

Yesterday You Say Tomorrow | Concord Records | 2010
Si seguimos a Woody Allen, cuando decía aquello de que tras mucho escuchar a Wagner le daban ganas de invadir Polonia, una sesión continua de Christian Scott concluye casi necesariamente en deseos de conocer a Miles Davis. Pero no tanto de escucharlo (que también), más bien en deseos de verlo personalmente, darle un abrazo, reconocerle en ese apretón todo lo que ha hecho por este ecosistema en permanente desequilibrio llamado jazz. Porque lo de este trompetista nacido en Nueva Orleáns, y que ahora esgrime con insolencia sus veintipocos años, es obra conceptual desde el primer soplido. OK, la crítica de medio mundo lo mima como a especie en extinción y eso convoca a la desconfianza; OK, los blogueros del otro medio mundo babean píxeles cuando cuelgan sus discos, y eso estimula el deseo de discriminar. Pero abrirse al disco con la escucha de “KKPD” y al toque asomarse a “The Eraser” (cover de Yorke) nos convierte en carmelitas de la tolerancia para con los mencionados lobbies. Hay muchos ‘jazzes’ guardados en los pulmones de Scott; y es casi inevitable que alguno de ellos nos traiga a Davis. Otros, sin embargo y sin contradicción, invitan a Coltrane, y también a Hendrix y a Dylan. Digamos que Scott construye un sólido equilibrio entre clasicismo y modernidad, con un pie sobre el disco de pasta y el otro en el iTunes. Decíamos, desde el principio de Yesterday You Say Tomorrow tenemos la impresión de que aquí se cuece algo grueso. Y aunque mediada la placa la propuesta se suaviza, ello no significa que se ponga melosa, pues responde a la intimidad que agita su propuesta. Y claro, en los créditos de Yesterday You... encontramos el nombre de Rudy Van Gelder, el único ingeniero de sonido que se ha atrevido a discutir con el jazz quién era el huevo y quién la gallina.

Birth of the Cool | Capitol Records | 1954
A sus insolentes veintipocos años, el tal Miles Davis grabó en distintas sesiones los primeros brochazos de algo que entonces no se sabía bien qué era, aunque las coordenadas de esa cosa ya pasaban por el desconcierto y el estímulo, la claridad y el misterio, tan complejo y sencillo lo nuevo. Morían para esa época los venenosos años cuarenta, mientras los cincuenta nacían con ganas de alumbrar joyas como las de Birth of the Cool, que la Capitol reunió y publicó algunos años más tarde, cuando Davis ya grababa para Prestige. El formato de noneto que registró los temas de Birth... regala nombres como los de Lee Konitz o Gerry Mulligan, dos blanquitos que ayudaron al negrito Davis a innovar y, acaso con más intervención del azar de la que nos gustaría imaginar, a protagonizar el nacimiento de un género o subgénero o como queramos llamar a este alumbramiento de la sofisticación que moría por ser parido. Quiso el sino que más de medio siglo después, el tal Rudy Van Gelder se “encontrara” con las grabaciones originales de Birth... Seguramente animado por el recuerdo de sus discos con Davis, y acaso motivado por seguir dirimiendo su disputa con la historia, Rudy echó mano a aquellas piezas de museo y donde antes había un máster avejentado hay ahora una paleta de texturas que hacen de Birth… una joya de la modernidad. Y por aquello de los milagros de la tecnología, quién sabe, si Miles, algún día, conseguirá sonar como este tal Christian Scott...

Sarah Fimm | Entrevista

Oriunda del centro de los Estados Unidos, Sarah Fimm llegó a New York impulsada por sus ganas de convertirse en música. Alejada de los circuitos comerciales habituales y con más circulación a través de Internet que en discos, su camino es el reflejo de una vida en la que la música estuvo presente desde su llegada al mundo; con los ribetes de una aspereza forjada en una adolescencia turbulenta y colmada de problemas con la autoridad. Desde 2001 lleva producidos, en forma autogestionaria, seis discos que son el mejor modo de acercarse a esta cantante de una voz notable.

Do Amor es una banda formada por los músicos que acompañan al prócer Caetano Veloso y el inclasificable Lucas Santtana, alma pater y cerebro principal de esta formación. Definir a Do Amor es una tarea imposible de realizar sin recurrir a la típica receta: tomar una porción importante de la potencia del funk; unas buenas medidas del relax militante del reggae y su concentrador subgénero, el dub; incorporarle una importante traza con ritmos africanos; y, por último, sazonarlo con punch dance y beats de música electrónica; mezclar respetando la textura y servirlo en esa ecléctica copa que es la Música Popular Brasilera. El producto es un disco de una superficie heterogénea en la cual fácilmente se podrá anclar en alguno de los sonidos favoritos de quien escucha. Como los colores tornasolados y vibrantes de las plumas de un pavo real, la función de la mixtura es, en el caso de este disco, seducir a quien escucha para invitarlo a ir a por más.

A la tempranísma edad de 13 años, el adolescente Conor Oberst grababa Water, su primer cassette de canciones en un sello independiente Lumberjack. 15 años después, habiendo alternado otras experiencias similares con bandas con las que colaboró o en las que participó activamente, el maduro joven, nacido en 1980 en Nebraska, editó su primer CD al cual, más en un rapto de identidad que de falta de mejores alternativas, tituló con su propio nombre y apellido. La gran amplitud melódica al momento de construir sus canciones y su particularísima voz hace que uno entre en su universo sónico sin poner demasiados peros. Con una trama riquísima de influencias teje a ese otro Conor Oberst, el construido a base de música y silencios, aquel que lo presenta y lo define como un músico al cual vale la pena ponerle el oído.

En el año 2001, los muchachos del sello independiente Azuli Records tuvieron una gran idea: convocar a DJ's, productores y músicos para que cada uno haga un compilado con su música favorita; una selección de aquellos temas que los llevaron a decidirse a hacer de la música su profesión. Así, salió a la luz el primer volumen llamado Another Late Night, con remixes y selección a cargo de los británicos Fila Brazillia. Con tracks que incluyen al músico de películas John Barry, Marvin Gaye, Brian Eno & David Byrne, The Beta Band y a los propios invitados, comenzó a construirse una serie cuyo -hasta ahora- último volumen, el 23°, estuvo a cargo de la banda de nu jazz británica The Cinematic Orchestra.

El interés en la propuesta de algunos pesos pesados de la escena británica como Zero 7, Groove Armada, Howie B o Nightmare on Wax hizo que Azuli pensara en extender la propuesta un poco más allá y picar un poco más alto en las invitaciones. A mediados del año 2003, la serie cambia de nombre a Late Night Tales, cerrando su primer tríada con la selección de temas de Jamiroquai, banda liderada por el particularísimo Jay Kay. De allí en más, se incorporaron a la lista músicos y bandas de la talla de Belle & Sebastian, The Flaming Lips, Air, Nouvelle Vague, Fatboy Slim y, nuevamente, Groove Armada quienes, hasta el momento, son los únicos que cuentan con un doblete en esta serie. Late Night Tales permite acercarse a las influencias que los propios invitados declaran. Un mapa sonoro en el que no solamente se encuentran trazas directas entre antologados y antólogos, sino que también depara sorpresas, reencuentros y descubrimientos.

John Lennon

El 8 de diciembre de 1980 John Lennon moría asesinado. Unos cuántos de los que hacemos esta revista ya tenemos vividos más años que los que ese genial artista estuvo sobre la faz de la Tierra. Y tenemos la certeza de que nos sobrevivirá por muchos otros años más. Aunque a nuestro modo caigamos en la obviedad de sostener que vive en su música, igual vamos con este video de ese fantástico tema que es Instant Karma.