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El músico es a través de su música
John Coltrane

Sonoridades

Te saqué del arroyo
por Van Gogh i Tyson

Conocí a Tommy Di Pietro cuando estaba más cerca del forense que del pediatra. Por ese entonces acababa de mudarse a Barcelona y las veces que agarraba el saxo te hacía acordar a Stan Getz.

Se le notaban los 25 años de jubilado, chorreaba manías, soledad y aburrimiento. Aún así, con relativo éxito, seguía persiguiendo mujeres mucho más jóvenes que él.

Se definía como ítaloamericano. Había nacido en NY y la primera vez que vio  Europa fue en Normandía. La pisó unos días después del D porque una oportuna lesión (siempre pensé que fue producto de su itálica picardía) sufrida en alta mar le evitó arriesgar la vida en el desembarco y le permitió volver como veterano de guerra al barrio de Chelsea, donde montó una sala de ensayo que con el tiempo degeneró en estudio de grabación. Por allí desfilaron Sonny Rollins, Janis Joplins, Ben Webster, Frank Sinatra, Jim Morrison, Stan Getz y Duke Ellington entre muchísimos otros.

Los planos secuencia de su vida pudieron ser los que pinta De Niro en “Una historia del Bronx”, cuando los colectiveros no sólo conducían y cortaban boletos sino que además escuchaban radio, actuaban, dirigían óperas prima, repetían atávicas costumbres y cultivaban lealtades para con los paisanos (incluidos los enrolados en las filas de la mafia) .

De ese tipo de fidelidades se trató su amistad con Tony Fruscella (1927-1969), arquetípico trompetista maldito a quien en más de una ocasión Di Pietro rescató  del arroyo (y del empeño a su instrumento).

Fru, tal era su apodo, se crió en un horfanato y, solito, aprendió a tocar la trompeta, a inyectarse heroína, a vivir como homeless y a beber hasta la cirrosis que lo terminó por arrastrar a la muerte que le llegó luego de un prematuro retiro de la escena del jazz.

Sólo grabó un disco a su nombre: Tony Fruscella (1955, Atlantic Records), y dejó míticas colaboraciones con Gerry Mulligan, Lester Young, Stan Getz, Chick Maures, Don Joseph, Brew Moore y un par de temas con Charlie Parker.

Esta vez los invito a escuchar su ralentisada versión de «Lover Man», recientemente desempolvada y editada. Buenas noches.

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The Kings of Limb | Radiohead
por Alejandro Feijóo

Los chicos de la cabeza de radio tienen nuevo disco. Conscientes de que a cada paso que emprendan inscribirá su huella en la historia de la música contemporánea, Yorke y cols. lanzan The King of Limbs. Para empezar, una primera novedad que no sorprende: la puesta en largo del CD se hace vía web, el mismo sistema elegido para difundir el anterior In Rainbows, con la salvedad de que en este caso el precio no oscila entre 0 y la voluntad sino que se ajusta a márgenes del mercado de las descargas legales.

La segunda novedad no sorprendente es que se trata de un LP (anacrónicas siglas en inglés de un largo play) de ocho temas, lo cual constituye casi un EP (modernas siglas en inglés de “reproducción extendida”) en tiempos de distribución online y crisis discográfica, sin que se tengan noticias de una saga futura. Un formato “mediano” que calma a las fieras de fans y críticos sin empachar a ninguno.

Y aún encontramos más novedades que no sorprenden, aunque para digerirlas debamos escuchar la placa. Los temas de The King of Limbs remiten al Radiohead más electrónico y menos guitarrero, algo así como un primo pueblerino de los aclamados Kid A y Amnesiac, aunque sin la novedad que supusieron estos y, en apariencia, más empeñado en el copy paste que en la composición. Aun así, no nos ahorran buenas piezas, como las que abren y cierran el disco, canciones con texturas granuladas condimentadas por la inefable (aunque ya algo afectada) voz de Yorke. Sin embargo, esta nueva vieja música de Radiohead parece alejarse de las coordenadas de la incertidumbre finisecular para inscribirse en un desconsuelo estandarizado que, imaginen, difícilmente sorprenda al escucha.

En definitiva, Radiohead siguen siendo los mejores. Pero ya no son tan buenos.

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Signs & Signifiers | JD Mc Pherson
por Alice M. Pollina


El Rock and Roll  surgió como una combinación de música country con la consecuencia de la electrificación del blues rural, en Chicago: el Rhythm & Rlues. Durante la vida de JD Mc Pherson, que hoy tiene 33 años,  también se conjugaron esos ingredientes en forma de influencias y la receta volvió a dar el mismo resultado: su música es un nuevo Rock and Roll inmaculado que parece el tradicional vuelto a nacer, reencarnado en un músico contemporáneo.

Los elementos de la fórmula se fueron dando naturalmente. Cuando Mc Pherson  tenía 15 años, tocaba algunas canciones con el grupo de Country del amigo de su padre, escuchaba a Muddy Waters, John Lee Hooker  y, a la vez, tenía una banda punk. Recorría las disquerías de su ciudad natal Buffalo Valley, Oklahoma, en busca de álbumes,  difíciles de conseguir de grupos como The Stooges, de Iggy Pop. Un día una empleada de uno de esos locales le regaló algo que estaba en la mesa de liquidaciones: un Box Set de Buddy Holly. A partir de ese momento, el adolescente punk comenzó a tocar con su banda canciones del autor de "That'll Be the Day" y “Not Fade Away”, y también de los pioneros del rock Carl Perkins y Jerry Lee Lewis. Luego de unos años, cambió el cabello de punta por el jopo con gomina y formó el grupo de rockabilly “The Stark Weather Boys”.

El músico se contactó con Jimmy Sutton, contrabajista de las formaciones de blues y rockabilly: “The Mighty Blue Kings”, “The Del Moroccos” y “The Four Charms”. “Parece una broma pero lo conocí por Myspace –recuerda Mc Pherson–. Le envié un mensaje pidiéndole que escuchara mi banda, lo hizo y le gustó lo que oyó. Entonces empezamos a tocar en Chicago y a conversar mucho por teléfono”.

Sutton había pasado diez años armando su propio estudio de grabación con tecnología de los años ´50, equipos análogos y una ambientación de época, muy cuidada, que hace viajar hacia atrás en el tiempo a los que van a grabar allí.

“Histyle Records” está armado con la misma pasión y obsesión por los detalles con que JD Mc Pherson crea sus canciones, y el músico oriundo de Oklahoma nunca se imaginó que grabaría allí su debut solista “Signs & Signifiers”, un disco de un asombroso y preciso Rock and Roll tradicional en un asombroso y preciso estudio tradicional. “El lugar es muy especial, el equipo por supuesto es tope de línea, pero la sala en sí tiene un feeling muy poderoso – describe JD -. Jimmy puso mucha atención en los detalles. Cuando estoy en Chicago me gusta ir a sentarme allí a leer”. El clima del lugar se puede apreciar muy bien en el video de “North Side Gal”, uno de los temas del álbum.

De la voz de Mc Pherson, que desarrolló un estilo perfecto para el rockabilly, parecen surgir Little Richard, James Brown y Charlie Feathers a la vez. “Siempre tuve una voz muy fuerte. Escuché tanto Rock and Roll que supongo que me contagié y aprendí a cantar por ósmosis”.

El músico interpreta sus propias composiciones: “Todas las canciones del disco son mías, - muchas las escribí con la ayuda de Sutton (producción, contrabajo, guitarra acústica) y Alex Hall (batería, piano)-, a excepción de dos de ellas "Country Boy" de Tiny Kennedy, y  "You're Love (All I'm Missing) de The Bellfuries. Trato de crear canciones contemporáneas en tono y posición pero que tengan el vocabulario musical del rock tradicional. Es muy importante para mí mantener pura la música para no producir una colección de canciones retro”, dice JD.

“Signs & Signifiers” salió a finales del año pasado y tuvo una excelente recepción. “Cuando escuché la primera toma de "North Side Gal" antes de la mezcla supe que era algo especial – cuenta Mc Pherson-. Con toda honestidad, nosotros realmente sentimos que era una grabación especial. Estoy extremadamente agradecido por todo el apoyo que la gente le ha dado a este disco”.

JD Mc Pherson nos dijo que es un gran fan de Oscar Aleman y sobre su pasado punk aclaró: “Me siento atraído por su naturaleza visceral. Ambos estilos, el punk y el Rock and Roll tienen mucha energía y están llenos de alegría y frustración. Además, si nos fijamos en la primera ola del punk, las estructuras de acordes son muy similares. ¡The Germs y los Sex Pistols han hecho covers de Chuck Berry!"

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The President of the LSD Golf Club | Hooverphonic
PIAS | 2007

Los belgas tenían que llegar al sello PIAS para poder usar este título para su álbum. Título apropiado para un sonido psicodélico que, aún conservado los aires de trip-hop que caracterizaron los inicios de la banda, termina por torcer cualquier intento de poder ubicarlos fácil y precisamente dentro de la maraña que son los estilos musicales desprendidos de la rama más electrónica de la música contemporánea. The President of the LSD Golf Club es, sin mayores adjetivaciones, un excelente disco, el último con la cantante Geike Arnaert al mando de la nave. Diez temas de una inusual calidad, parejo de principio a fin, que juega no sólo con las estructuras narrativas de las canciones sino que arma un todo en el que los sonidos se trasvasan de tema en tema; incursiones lúdicas; caminos sónicos retomados; decorados con distorsiones que no dañan sino que abren nuevas perspectivas a quien escucha.

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Breves: los llaneros solitarios

To Bi Or Not to Bi | Biréli Lagrène | Dreyfus records | 2007
El guitarrista francés de origen gitano demuestra en este disco la habilidad, el virtuosismo y la pasión que hicieron que ya a los 4 años se dedicara a replicar, guitarra en mano y nota por nota, los discos de su admirado (y también guitarrista de origen gitano) Django Reinhardt. Grabado en vivo, solita su alma frente al público, To Bi Or Not to Bi es una clase de lo que puede sonar (y a la velocidad que puede hacerlo) una guitarra española, cuyas frases son un riquísimo entramado de jazz, flamenco, música gitana, folk y varias trazas musicales más. Como para no quedarse con las ganas de ir má allá se da el lujo de hacer un meddley de Queen... ¡Dios salve a Biréli!


The Köln Concert | Keith Jarret | ECM | 1975
Si de discos grabados en vivo y en la más absoluta de las soledades interpretativas se trata, este maravilloso tour que propuso el monstruo de Jarret en el teatro Cologne Opera House de la ciudad alemana de Köln es, seguramente, uno de los puntos más altos que se puedan encontrar en la música de los últimos 50 años. No es casualidad que las geniales improvisaciones con las que el estadounidense deleitó a los afortunados espectadores durante poco más de una hora se hayan constituido en uno de los discos de jazz más vendidos de la historia. Volver sobre esas composiciones al vuelo es una de esas deliciosas experiencias que vale la pena repetir cada tanto.


Aerial Days| Songs Of The Green Pheasant | FatCat | 2005
Canciones del Faisán Verde es la traducción literal del emprendimiento solista de Duncan Sumpner, músico y maestro de escuela primaria estadounidense que un día se decidió a poner manos a los instrumentos y, a solas en su casa, pergeñó una serie de canciones que volcó en un cassette que llegó a manos de los muchachos de FatCat. Sin mucha data de dónde encontrar al autor, y ante la sorpresa que les produjo la grabación, los editores salieron a la caza del faisán hasta que lograron que tuviera cuerpo a este disco que rebosa de canciones oscuras, con ruidos de cinta y unas altas dosis de folk y low-fi. La llave de la lectura está en el único cover del disco: Dear Prudence, esa joyita que los Fabulosos Cuatro de Liverpool eternizaran en el llamado Album Blanco. Y que en Aerial Days se constituye en el mapa genético del resto de los temas que lo componen.


Pink Moon | Nick Drake | Island | 1972
Después de un par de discos orquestados y muy elaborados para su gusto, el genio inquieto de los efectos canábicos llegó a los estudios munido de su guitarra para registrar, en dos sesiones de dos horas cada una, siempre de noche, uno de los mejores discos acústicos de los que se tenga memoria. 11 hermosas canciones que suman poco más de 26 minutos le alcanzaron a Nick Drake para inscribir su nombre de modo indeleble en la historia del folk. Un puñado de composiciones atravesadas por la mano maestra del birmano de nacimiento e inglés por adopción. Si bien Pink Moon fue un fracaso en el comienzo de los '70, el suicidio del joven Drake, dos años después de su lanzamiento, catapultó el disco a la categoría de culto. Este es uno de esos casos en los que la insistencia de un músico en su apuesta estética ha permitido el registro de una verdadera huella digital, esas producciones únicas e irrepetibles que los oyentes agradecemos profundamente.

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Video sorpresa


Hace más de 37 años, en octubre de 1973, se creó el Nancy Jazz Pulsations, un festival de jazz (obviamente) y nuevas músicas, por el cual desfilaron incontables músicos de diversa talla. En su edición de 2003 contó la presencia de Erik Truffaz, uno de los trompetistas contemporáneos más interesantes, cuya interación con el drum'n'bass tiene como resultado una música atrapante, apasionada. He aquí una muestra de ello.

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